-Aome, ya
despierta. El sol ya ha salido hace rato- dijo Inuyasha corriendo el cabello de
la cara de la joven
-Mmm…está
bien…ahora me levanto- dijo Aome con un tono cansado- *Todavía no me acostumbro
al horario de esta época*- pensó incorporándose para quedar sentada
-Bueno, iré
a pescar. Mientras tanto levántate. Si no te veo en el árbol Sagrado dentro de
un rato te vendré a buscar- dijo el hibrido saliendo de la cabaña
-*Creo que
le tendré que hacer caso ya que siempre habla enserio*- suspiro poniéndose de
pie- Y yo que pensaba dormir un poco más-
La joven se
vistió con las ropas de sacerdotisa, tomo su arco y flechas y se encaminó asia
el Árbol Sagrado. Cuando llegó, el hibrido todavía no se encontraba en ese
lugar.
-Creo que tendré
que esperar a Inuyasha- dijo la joven sentándose en unas de las raíces del
árbol
-No te
preocupes, yo seré tu entretenimiento- dijo una bella sacerdotisa saliendo del
bosque
-¿¡Quién
eres tú!?- grito Aome poniéndose de pie
-Podría
decirse que soy tu peor pesadilla ¡JAJAJA!- dicho esto, la sacerdotisa se puso
a recitar un hechizo en otro idioma
Aome cargo
su arco con unas de las flechas dispuesta a disparar, cuando noto algo extraño:
la sacerdotisa no tenía brillo en sus ojos.
-*Está
siendo manipulada por algo o alguien. No puedo lastimarla, pero ¿Qué hare?*- pensó
preocupada la joven –¿Por qué estás haciendo esto?- preguntó
-¡Tú has
sido la causa de que la Perla desapareciera! Ya no podré hacer que mi amado
ejercito de monstruos reviva, por eso, ¡Lo pagaras con tu vida!- grito una voz
a espaldas de la sacerdotisa poseída
* ¡Ya se!,
solo debo cargar toda mi energía espiritual en la flecha y lograr que solo
acabe con el monstruo. Logro visualizar la estrella de cuatro puntas, esta es
mi oportunidad* Muy bien, ¡lo lograré!- dijo Aome soltando la flecha sagrada
La flecha
llego al pecho de la sacerdotisa pero desapareció antes de tocarla y
reapareciendo en su espalda para continuar su rumbo directo a la cabeza del
monstruo que anteriormente había atacado a Lin
Unos
segundos antes de que la flecha purifique al monstruo, la sacerdotisa que
estaba siendo manipulada pronuncio la última palabra de su embrujo, para luego
cerrar los ojos y caer al piso.
En ese mismo
momento, Aome se sintió muy mareada. Se empezó a tambalear sin sentir el piso y
callo de rodillas.
-¡Aome!-
grito Inuyasha que acababa de llegar
El hibrido
tomo en brazos a su amada y acaricio tiernamente su rostro
-Aome, por
favor, mantén abiertos los ojos. Aome, mírame, lo siento, siento no haber
llegado antes- dijo el joven entre sollozos, sin saber que hacer
-Inu…ya…sha-
dijo Aome con pocas fuerza intentando mantener los ojos abiertos
-Todo estará
bien, no te preocupes. Iremos a la aldea y la Anciana Kaede te ayudara, pero
mantente despierta- dijo Inuyasha dejando entre ver una lagrima de impotencia
-No…quédate
a mi…lado- dijo Aome sintiendo que le faltaba el aire
Antes de que
sus últimas energías la abandonasen, sintió los calientes labios de Inuyasha
sobre los suyos, como también sus tibias lágrimas rodar por sus mejillas
-Te…amo…-
fue lo último que alcanzó a pronunciar antes de que todo quedase oscuro
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-¡Aome! Ya
despierta, necesito que me ayudes con unas tareas de la casa- grito una voz muy
familiar en el piso de abajo.
La joven
abrió los ojos un poco sobresaltada- ¿Dónde…estoy?- pregunto un poco
confundida.
En ese
momento alguien toco la puerta de su cuarto.
-¿Hermana?
Mama te llama, dice que la tienes que ayudar en algo.
-¿Sota? ¿Eres
tú?- preguntó la joven, sentándose en la cama y abriendo mucho los ojos, sin
poder creerlo
-¿Quién más
esperabas que sea? Ya déjate de tonterías y levántate- dijo el joven dispuesto
a cerrar la puerta para marcharse
-¡Sota!-
gritó Aome saltando de la cama y corriendo hacia Sota, para luego abrazarlo
-¿Qué te
sucede hermana? ¿Tienes fiebre?- preguntó el joven apartándose un poco de la
joven para tocarle la frente
- ¡Claro que
no! Solo te echaba mucho de menos. ¿Y mamá? ¿Está en casa?- preguntó eufórica
-S-si…-dijo
Sota tartamudeando
Luego Aome salió
corriendo escaleras abajo
Cuando llegó
a la cocina, abrazó a su madre que hace tanto tiempo no veía, al igual que su
abuelo y su gato Buyo. Pero todos la miraron como si estuviera loca.
El resto de
la tarde fue muy confusa para Aome, ya que, a pesar de que preguntaba por
Inuyasha, todos afirmaban que no conocían a ningún chico con ese nombre.
Cada día que
pasaba, Aome se sentía más confusa. No entendía como había vuelto a la época
actual, junto a su familia.
Todas las
tardes se sentaba junto al Árbol Sagrado para pensar en lo que pasaba pero
nunca llegaba a alguna buena conclusión. Tambien iba a donde se encontraba el
Pozo Sagrado, pero nunca podía bajar las escaleras sin que un dolor la
terminara haciendo caer de rodillas.
-*No sé qué está
pasando. Estoy segura que todo lo que viví con Inuyasha no fue un simple
sueño*- pensó la joven poniéndose de pie junto al Árbol.
-Por más que
haya sido un sueño, te extraño mucho Inuyasha- dijo Aome acariciando el tronco
del Árbol
En ese mismo
instante recordó a la sacerdotisa y al monstruo que le habían echado un maleficio
y retiró la mano del Árbol, para salir corriendo en dirección a donde se
encontraba el Pozo. Abrió las puertas y se quedó mirando hacia el oscuro fondo
del templo.
-Todo esto
debe ser un terrible sueño. Inuyasha no es un personaje de mi fantasía- dijo la
joven poniendo un pie en el primer escalón. Al mismo tiempo sintió como un
dolor agudo le recorría todo el cuerpo, pero no le importo en absoluto, estaba
dispuesta a llegar al lado del Pozo- Inuyasha, espera, pronto estaré junto a ti-
Sentía como
si mil agujas se le inyectaran en la piel pero solo una cosa la hacía
continuar: la imagen de los ojos de Inuyasha en su cabeza.
Cuando hizo
el último esfuerzo de llegar junto al pozo, una lagrima cayo por su mejilla
debido al dolor físico y el agotamiento que sentía.
-No me
rendiré, ¡nunca lo haré hasta llegar a tí!- gritó logrando tocar el pozo.
En ese
momento todo el dolor desapareció pero
aun así cayó de rodillas.
-Inuyasha,
ya estoy cerca. Solo un poco…más…- pronuncio poniéndose de pie y deslizándose
dentro del Pozo.
Todo a su
alrededor se oscureció y Aome cerró los
ojos para combatir la oscuridad. Pero cuando los abrió no se encontraba, ni
mucho menos, cerca del Pozo Sagrado, sino que estaba tendida en una cama en la
cabaña de la Anciana Kaede.
-¡Aome, ya
has abierto los ojos!- dijo muy feliz la Anciana
-¿E
Inuyahsa?- pregunto preocupada Aome al no notar su presencia
-Él se
encuentra afuera, si quieres le digo que ya has despertado-
Aome iba a
contestar, pero en ese momento una gatita de dos colas entro en la cabaña.
-¿Kirara?-
dijo, en cambio, Aome un poco confundida
-No,
Inuyasha te contara la historia luego, ahora duerme un poco más- dijo la
Anciana obligando a Aome a recostarse nuevamente
-Está bien,
pero despiértame cuando venga Inuyasha- dijo Aome cerrando los ojos y
quedándose dormida
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Cuando Aome
volvió a abrir los ojos ya no se encontraba en la casa de la Anciana Kaede,
sino que estaba acostada en su cama, junto a Inuyasha.
-Por fin has
abierto los ojos, Aome. Ya me estaba preocupando por ti- dijo Inuyasha
acariciando tiernamente la cara de la joven.
-Inuyasha,
te extrañe mucho- dijo Aome mientras una lagrima de felicidad rodaba por su
cara.
-No llores
tonta, ya todo ha pasado- dijo el joven besándola tiernamente
-Inuyasha…-Aome
iba a decir algo, pero divisó a una gatita acostada a su lado- ¿Por qué hay una
gatita de dos colas aquí? ¿Acaso es…?-
-No, no es
Kirara. Te la da un hombre que pasaba por aquí para que te recuperes. En
realidad no me la dieron a mí, sino que se la dejaron a un aldeano para que me
la dieran. Estuvo todo el tiempo que dormías junto a ti- dijo Inuyasha
incorporándose- Ahora iré a buscarte algo para que comas, debes estar
hambrienta. Tú puedes quedarte acostada, pero mañana te llevare a tomar algo de
aire fresco-
-Está bien,
gracias por todo Inuyasha- el hibrido hizo una especie de asentimiento y luego
salio de la cabaña
Aome giró en
la cama para quedar frente a la gatita que dormía profundamente.
-Así que
eres una nueva amiga- dijo extendiendo la mano para acariciarla, pero se detuvo
al notar una presencia maligna saliendo de ese pequeño cuerpo.
Pero en
cuanto la toco esa energía desapareció al ser purificada y un pequeño cristal
negro salio del cuerpo de la gatita y se rompió en mil pedazos
-Qué
extraño, pero al menos ya te encuentras bien ¿no?- dijo Aome hablando con la
gatita- me recuerdas mucho a Kuroro, creo que te llamarás así, ¿qué te parece?
La pequeña
gatita le respondió con una especie de maúllo y luego se acomodó a su lado.
-Ahora podríamos
dormir hasta que vuelva Inuyasha con esa comida- luego Aome abrazó a Kuroro y
se quedó dormida.